Según la encuesta de Poliarquía, el gobierno del contador José Alperovich es considerado, mayoritamente, exitoso en materia económica y fracasado en materia social. Por eso la inseguridad, dolencia y angustia social, encabeza los problemas de los tucumanos.
El fracaso de la política de seguridad no es una sensación. Tampoco "materia pendiente", como minimiza el oficialismo. La inseguridad cuesta vida y bienes. Cuando un delincuente mata a un tucumano, le roba todo cuanto ha sido. Y todo cuanto podría ser.
La muestra insinúa que para el grueso de los comprovincianos inseguridad se vincula con pobreza. Por eso, y sin ignorar que es un drama acuciante, el desempleo es el segundo "problema". Pero no es la pobreza (ni su hija, la desocupación) lo que incrementa la criminalidad, sino la desigualdad. Hay más delitos, y más violentos, donde hay mayor brecha entre ricos y pobres. La redistribución de la riqueza es, hoy, un relato de ficción.
En cambio, con la economía el alperovichismo sale bien ponderado. Los problemas económicos son el cuarto "problema": apenas 5% de menciones espontáneas. Y aparecen distintos de la inflación, que aunque ocupa el tercer término, sólo acumula un 12%. ¿Por qué? Porque el Gobierno la empata. En mayo calculó -no oficialmente- una inflación de 23,8% para 2013 y dio una suba de haberes del 24%. Es decir, los tucumanos en general (excluidos los trabajadores informales) no tienen más poder adquisitivo, pero tampoco tienen menos.
Ello explica por qué la corrupción figura sexta, con un 2%. Sólo cuando a todos les escasean los recursos se activa, masivamente, el el interés por el uso (y abuso) de los recursos que son de todos.